Heidi hace de las suyas: libera a Hanz, el canario de Clara de su jaula para dejarlo volar de una vez por todas y ser libre. La señora Rottenmeier casi se tira cuando ve a la niña de pie en el alféizar de la ventana con el pájaro en la mano, casi creyendo que quiere suicidarse. El pájaro se escapa y la ama de llaves la cierra como castigo de Heidi en el sótano dejándolo todo el día. Esa noche la camarera de Tinette va a ella y cuando descubre con consternación que Heidi tiene en su regazo a un montón de ratones lindos con los que está jugando, grita de miedo. El canario de Hanz, después de saborear la libertad, regresa en su tranquilizadora jaula: como Clara le explica a Heidi, los canarios les encanta estar libres, pero también regresan a su jaula como si fuera una pequeña casa para ellos