Lo tienen todo y, sin embargo, estamos dejando de producirlas y consumirlas. Es un alimento esencial, fuente de proteína vegetal, y uno de los cultivos más sostenibles, que fija el nitrógeno en el suelo, fertilizándolo, y evitando el uso de químicos. La paradoja es que estamos comprando legumbres que viajan miles de kilómetros desde el otro lado del mundo, mientras muchas semillas autóctonas están en peligro de extinción.